viernes, julio 24

Siguiendo un poco con Bolivia, acá dejo un relato de un minero boliviano:


"Cuando me siento, borracho estoy. Tres, cuatro, veo a la gente. No puedo comer solo. Una huahua soy, pues. Un niniño." Saturnino Condori, viejo albañil del campamento minero de Siglo XX, está tendido desde hace más de tres años en una cama del hospital de Catavi. Es una de las víctimas de la matanza de la noche de san Juan, en 1967. Ni siquiera habí festejado nada. Por trabajar el sábado 24, le habían ofrecido pagarle tripli, así que decidió no sumergirse, a diferencia de todos los demás, en el delirio de la chicha y la farra. Se acostó temprano. Esa noche soñó con que un caballero le arrojaba espinas al cuerpo: "Espinas grandes me ha empujado". Se despertó varias veces, porque la lluvia de balas se desencadenó sobre el campamento desde las cinco de la mañana. "Mi cuerpo se ha deshecho, se ha descomponido, medio templación me ha agarrado, y yo asustado, y yo asustado, así he estado. Mi señora me ha dicho: anda, escapate. Pero yo ¿qué había hecho? A ninguna parte no he salida. Andate, andate, me ha dicho. Tiroteos había de noche, qué será eso, que será,
pap-pap-pap-pap-pap-pap. Y yo mismo despertando y durmiendo así de a ratos, y ni asimismo he escapado, mi señora me ha dicho: pues andate, pues andate, escapa. Qué me van a hacer, le digo, yo soy un albañil particular, qué me van a hacer."
Se despertó a eso de las ocho de la mañana, Se irguió sobre la cama. La bala atravesó el techo, atravesó el sombrero de su mujer y se le metió en el cuerpo y le reventó la columna vertebral.


jueves, julio 23

Revolución Boliviana (1952)


Acá dejo una pequeña intruducción para más abajo, detallar (o al menos así parece) la Revolución Boliviana de 1952:

Período histórico en el cual gobernó el
MNR (9 de abril de 1952) hasta el golpe de estado del 4 de noviembre de 1964--, marca el ingreso de Bolivia al Siglo XX. La Revolución Nacional realizó transformaciones fundamentales en la participación ciudadana, la distribución de tierras, el control del Estado sobre los recursos naturales y la economía boliviana.

Bueno, para seguir, mejor dicho para empezar, este fragmento nos ubica un poco en tiempo, espacio y situación en la cual se va a llevar a cabo la Revolución:

Los orígenes de esta Revolución se encuentran en la Gran Depresión y la derrota de Bolivia en la Guerra del Chaco. La Gran Depresión, debilitó a Gran Minería, auspició el ingreso del Estado a la economía a través del control de divisas y cupos de exportación de estaño. A su vez, la derrota sufrida por Bolivia en el Chaco demostró las limitaciones del modelo político vigente hasta entonces, agotó a los partidos políticos tradicionales y puso en evidencia la fragilidad del Estado boliviano.


Ya nos ubicamos en tiempo, espacio y situción, ahora vamos a conocer los inicios y la conformación:

Los inicios están en la insurrección contra la Junta Militar de Gobierno, formada el año 1951, para evitar la llegada al poder del MNR, luego de su triunfo en las elecciones; pero, que por no haber obtenido este partido la mayoría absoluta, la Ley electoral establecía que el Congreso Nacional debía elegir al presidente de la República entre los tres partidos políticos más votados; los cuales eran el MNR, PURS y FSB. En La Paz y Oruro ocurren enfrentamientos callejeros entre el 9 y 11 de abril, derrotándose al ejército, pero con un saldo de 490 muertos. Se forma un gobierno provicional a cargo de Hernán Siles Zuazo junto a Juan Lechín Oquendo, que asume el mando hasta el regreso de Víctor Paz Estenssoro desde su exilio en Argentina.

Bien, ahora conocemos más, pero, todavía no sabemos por qué es interesante ésta Revolución, para saber hay que leer este otro fragmento:

Se otorga el voto universal (a los analfabetos se les otorga el derecho al sufragio) y femenino (21 de julio de 1952).

Nacionalización de la minería. El 31 de octubre de 1952 la propiedad de las mineras, principalmente compuesto de minas de estaño, Patiño, Hoschild y Aramayo son nacionalizadas e integradas en una nueva empresa estatal (COMIBOL).

Creación del Ministerio de Asuntos Campesinos, organización de la sindicalización campesina y la Ley de Reforma Agraria (2 de agosto de 1953). Reforma agraria, es el conjunto de medidas políticas, económicas, sociales y legislativas cuyo fin es modificar la estructura de propiedad y producción de la tierra.

Las reformas agrarias buscan solucionar dos problemas interrelacionados, la concentración de la propiedad de la tierra en pocos dueños (latifundismo) y la baja productividad agrícola debido al no empleo de tecnologías o a la especulación con los precios de la tierra que impide o desestima su uso productivo.

Las formas de cambiar la tenencia de la tierra son por medio de la expropiación de la tierra sin indemnización o mediante algún mecanismo de compensación a los antiguos propietarios. Generalmente los resultados sociales son la creación de una clase de pequeños y medianos agricultores que desplazan la hegemonía de los latifundistas.

Participación de los sindicatos y sus dirigentes en gabinete y la creación de la Central Obrera Boliviana en abril de 1952. La central obrera boliviana (COB) fue muy importante por que permitió que el MNR se consolide. Asimismo, a través de la COB se logró consolidar el poder de los sindicatos de Bolivia.

Se disolvió el Ejército y se reemplazó por milicias de mineros, campesinos, fabriles y clases medias. Oficiales y cadetes fueron internados en prisiones y campos de concentración, por no alinearse con el régimen movimientista.





“Toda huelga es el comienzo potencial de la guerra civil y a ella debemos ir debidamente armados. Nuestro objetivo es vencer y por ello no debemos olvidar que la burguesía cuenta con ejércitos, policías y bandas fascistas. Nos corresponde pues organizar las primeras células del ejército proletario. Todos los sindicatos están obligados a formar piquetes armados con los elementos más jóvenes y combativos”. Tesis de Pulacayo votadas por los mineros de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia.

miércoles, julio 22

Artemio Cruz y la segunda muerte de Emiliano Zapata (Parte VII)


Pero el nacionalismo mexicano no derivó al socialismo y, en consecuencia, como ha ocurrido en otros países que tampoco dieron el salto decisivo, no realizó cabalmente sus objetivos de independencia económica y justicia social. Un millón de muertos habían tributado su sangre, en los largos años de revolución y guerra, "a un Huitzilopochtli más cruel, duro e insaciable que aquel adorado por nuestros antepasados:el desarrollo capitalista de México, en las condiciones impuestas por la subordinación al imperialismo". Diversos estudiosos han investigado los signos del deterioro de las viejas banderas. Edmundo Flores afirma, en una publicación reciente que, "actualmente, el 60 por 100 de la población mexicana tiene un ingreso menor a 120 dólares al año y pasa hambre". Ocho millones de mexicanos no consumen prácticamente otra cosa que frijoles, tortillas de maíz y chile picante. El sistema no revela sus hondas contradicciones solamente cuando caen quinientos estudiantes muertos en la matanza de Tlatelolco. Recogiendo cifras oficiales, Alonso Aguilar llega a la conclusión de que hay en México unos dos millones de campesinos sin tierra, tres millones de niños que no reciben educación, cerca de once millones de analfabetos y cinco millones de personas descalzas. La propiedad colectiva de los ejidatarios se pulveriza continuante, y junto con la multiplicación de los minifundios, que se fragmentaban a sí mismos, ha hecho su aparición un latifundismo de nuevo cuño y una nueva burguesía agraria dedicada a la agricultura comercial en gran escala. Los terratenientes e intermediarios nacionales que han conquistado una posición dominante trampeando el texto y el espíritu de las leyes son, a su vez, dominados, y en un libro reciente se los considera incluidos en los términos "and company" de la empresa Anderson Clayton. En el mismo libro, el hijo de Lázaro Cárdenas dice que "los latifundios simulados se han constituido, preferentemente, en las tierras de mejor calidad, en las más productivas".




Eduardo Galeano, LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA.

domingo, julio 19

Artemio Cruz y la segunda muerte de Emiliano Zapata (Parte VI)


En la primavera de 1915, ya todos los campos de Morelos estaban bajo cultivo, principalmente con maíz y otros alimentos. La ciudad de México padecía, mientras tanto, por falta de alimentos, la inminente amenaza del hambre. Venustiano Carranza había conquistado la presidencia y dictó, a su vez, una reforma agraria, pero sus jefes no demoraron en apoderarse de sus beneficios; en 1916 se abalanzaron, con buenos dientes, sobre Cuernavaca, capital de Morelos, y las demás comarcas zapatistas. Los cultivos, que habían vuelto a dar frutos, los minerales, las pieles y algunas maquinarias, resultaron un botín excelente para los oficiales que avanzaban quemando todo a su paso y proclamando, a la vez, "una obra de reconstrucción y progreso".
En 1919, una estrategema y una traición terminaron con la vida de Emiliano Zapata. Mil hombres emboscados descargaron los fusiles sobre su cuerpo. Murió a la misma edad que el Che Guevara. Lo sobrevivió la leyenda: el caballo alazán que galopaba solo, hacia el sur, por las montañas. Pero no sólo la leyenda. Todo Morelos se dispuso a "consumar la obra del reformador, vengar la sangre del mártir y seguir el ejemplo del héroe", y el país entero le prestó eco. Pasó el tiempo, y con la presidencia de Lázaro Cárdenas (1934-1940) las tradiciones zapatistas recobraron vida y vigor a través de la puesta en práctica, por todo bajo su período de gobierno, 67 millones de hectáreas en poder de empresas extranjeras o nacionales y los campesinos recibieron, además de la tierra, créditos, educación y medios de organización para el trabajo. La economía y la población del país habían comenzado su acelerado ascenso; se multiplicó la producción agrícola al tiempo que el país entero se modernizaba y se industrializaba. Crecieron las ciudades y se amplió, en extensión y en profundidad, el mercado de consumo.

Artemio Cruz y la segunda muerte de Emiliano Zapata (Parte V)

A fines de 1914, se abrió un breve ciclo de paz que permitió a Zapata poner en práctica, en Morelos, un reforma agraria aún más radical que la anunciada en el Plan de Ayala. El fundador del Partido Socialista y algunos militantes anarcosindicalistas influyeron mucho en este proceso: radicalizaron la ideología del líder del movimiento, sin herir sus raíces tradicionales, y le proporcionaron una imprescindible capacidad de organización.
La reforma agraria se proponía "destruir de raíz y para siempre el injusto monopolio de la tierra, para realizar un estado social que garantice plenamente el derecho natural que todo hombre tiene sobre la extensión de tierra necesaria a su propia subsistencia y a la de su familia". Se restituían las tierras a las comunidades e individuos despojados a partir de la ley de desamortización de 1856, se fijaban límites máximos a los terrenos según el clima y la calidad natural, y se declaraban de propiedad nacional los predios de los enemigos de la revolución. Esta última disposición política tenía, como en la reforma agraria de Artigas, un claro sentido económico: los enemigos eran los latifundistas. Se formaron escuelas de técnicos, fábricas de herramientas y un banco de crédito rural; se nacionalizaron los ingenieros y las destilerías, que se convirtieron en servicios públicos. Un sistema de democracias locales colocaba en manos del pueblo las fuentes del poder político y el sustento económico. Nacían y se difundían las escuelas zapatistas, se organizaban juntas populares para la defensa y la promoción de los principios revolucionarios, una democracia auténtica cobraba forma y fuerza. Los municipios eran unidades nucleares de gobierno y la gente elegía sus autoridades, sus tribunales y su policía. Los jefes militares debían someterse a la voluntad de las poblaciones civiles organizadas. No era la voluntad de los burócratas y los generales la que imponía los sistemas de producción y de vida. La revolución se enlazaba con la tradición y operaba "de conformidad con la costumbre y usos de cada pueblo..., es decir, que si determinado pueblo pretende el fraccionamiento de la tierra para reconocer su pequeña propiedad, así se hará".

Artemio Cruz y la segunda muerte de Emiliano Zapata (Parte IV)


Cayó Díaz, y Francisco Madero, en ancas de la revolución, llegó al gobierno. Las promesas de reforma agraria no demoraron en disolverse en una nebulosa institucionalista. El día de su matrimonio, Zapata tuvo que interrumpir la fiesta: el gobierno había enviado a las tropas del general Victoriano Huerta para aplastarlo. El héroe se había convertido en "bandido", según los doctores de la ciudad. En Noviembre de 1911, Zapata proclamó su Plan de Ayala, al tiempo que anunciaba: "Estoy dispuesto a luchar contra todo y contra todos". El plan advertía que "la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan" y propugnaba la nacionalización total de los bienes de los enemigos de la revolución, la devolución a sus legítimos propietarios de las tierras usurpadas por la avalancha latifundista y la expropiación de una tercera parte de las tierras de los hecendados restantes. El Plan de Ayala se convirtió en un imán irresistible que atría a millares y millares de campesinos a las filas del caudillo agrarista. Zapata denunciaba "la infáme pretensión" de reducirlo todo a un simple cambio de personas en el gobierno: la revolución no se hacía para eso.
Cerca de diez años duró la lucha. Contra Díaz, contra Madero, luego contra Huerta, el asesino, y más tarde contra Venustiano Carranza. El largo tiempo de la guerra fue también un período de intervenciones norteamericanas continuas: los marines tuvieron a su cargo dos desembarcos y varios bombardeos, los agentes diplomáticos urdieron conjuras políticas diversas y el embajador Henry Lane Wilson organizó con éxito el crimen del presidente Madero y su vice. Los cambios sucesivos en el poder no alteraban, en todo caso, la furia de las agresiones contra Zapata y sus fuerzas, porque ellas eran la expresión no enmascarada de la lucha de clases en lo hondo de la revolución nacional: el peligro real. Los gobiernos y los diarios bramaban contra "las hordas vandálicas" del general de Morelos. Poderosos ejércitos fueron enviados, uno tras otro, contra Zapata. Los incendios, las matanzas, la devastación de los pueblos, resultaron, otra vez, inútiles. Hombres, mujeres y niños morían fusilados o ahorcados como "espías zapatistas" y a las carnicerías seguían los anuncios de victoria: la limpieza ha sido un éxito. Pero al poco tiempo volvían a encenderse las hogueras en los trashumantes campamentos revolucionarios de las montañas del sur. En varias oportunidades, las fuerzas de Zapata contraatacaban con éxito hasta los suburbios de la capital. Después de la caída del régimen de Huerta, Emiliano Zapata y Pancho Villa, el "Atila del Sur" y el "Centauro del Norte", entraron en Ciudad de México a paso de vencedores y fuzgamente compartieron el poder.

Artemio Cruz y la segunda muerte de Emiliano Zapata (Parte III)


Las últimas décadas del siblo XIX habían sido tiempos de despojo feroz para las comunidades agrarias de todo México; los pueblos y las aldeas de Morelos sufrieron la febril cacería de tierras, aguas y brazos que las plantaciones de caña de azúcar devoraban en su expansión. Las haciendas azucareras dominaban la vida del estado y su prosperidad había hecho nacer ingenios modernos, grandes destilerías y ramales ferroviarios para transportar el producto. En la comunidad de Anenecuilco, donde vivía Zapata y a la que en cuerpo y alma pertenecía, los campesinos indígenas despojados reivindicaban siete siglos de trabajo continuo sobre su suelo: estaban allí desde antes de que llegara Hernán Cortés. Los que se quejaban en voz alta marchaban a los campos de trabajos forzados en Yucatán. Como en todo el estado de Morelos, cuyas tierras buenas estaban en manos de diecisiete propietarios, lostrabajadores vivían mucho peor que los caballos de polo que los latifundistas mimaban en sus establos de lujo. Una ley de 1909 determinó que nuevas tierras fueran arrebatadas a sus legítimos dueños y puso a rojo vivo las ya ardientes contradicciones sociales. Emiliano Zapata, el jinete parco en palabras, famoso porque era el mejor domador del estado y unánimemente respetado por su honestidad y su coraje se hizo guerrillero. "Pegados a la cola del caballo del feje Zapata", los hombres del sur formaron rápidamente un ejército libertador.